¿por qué se nos pone la ‘piel de gallina’?
La piloerección o ‘piel de gallina’ es una reacción del organismo al frío o a las emociones intensas pero, ¿sabes cuál es la función de esta respuesta fisiológica que compartimos con animales como el gato?
La piloerección, popularmente conocida como tener la piel de gallina, es una reacción de nuestro organismo, en concreto del sistema nervioso simpático, que consiste en que el vello se eriza y la piel adquiere un aspecto granulado, similar al que presenta la piel de las aves tras ser desplumadas, de ahí su nombre, y que se produce a consecuencia de una bajada brusca de temperatura, pero también cuando experimentamos emociones intensas.
El reflejo piloerector es una contracción involuntaria de los músculos erectores de los folículos pilosos, que se activa ante el frío o a consecuencia del miedo que nos provoca una situación de peligro (real o imaginario), u otro tipo de emociones intensas, que se pueden desencadenar por ejemplo al escuchar música o contemplar determinadas imágenes, o en presencia de un ser querido. Se trata de una respuesta fisiológica que compartimos con otros animales, como el gato, al que también se le erizan los pelos, en su caso cuando se siente amenazado.
¿Cuál es la función de la piloerección o piel de gallina?
Las funciones principales de la piloerección son intimidar al adversario, el gato al erizarse puede parecer más grande y agresivo y proteger al organismo frente a las bajas temperaturas, ya que cuando nos exponemos al frío y el vello se eriza, al contraerse los músculos erectores se crea una capa de aire alrededor del cuerpo que lo protege del frío.
Sin embargo, en el caso de los seres humanos no parece que la piel de gallina resulte un método de defensa efectivo; de hecho, más bien podría servir para alertar al contrario de que estamos aterrorizados. En cuanto a la protección frente al frío, tampoco tenemos suficiente pelo en el cuerpo para que pueda cumplir esta función con éxito.
Por ello, los científicos consideran que la piel de gallina es un vestigio ancestral, un residuo evolutivo heredado de aquellos antepasados que sí tenían el cuerpo cubierto de pelo, y que en la actualidad se activa sobre todo con ciertas emociones y en momentos de tensión que hacen que segreguemos adrenalina, una hormona que además de ponernos el vello de punta acelera nuestro ritmo cardiaco, aumenta la presión sanguínea, y puede también causarnos temblores y sudores de manos.