George Floyd, a un año de la muerte que cambió a los Estados Unidos.

El asesinato del afroamericano George Floyd por parte de la policía desató uno de los movimientos de protesta más importantes de los últimos tiempos, promovió un juicio histórico contra los culpables y la Casa Blanca impulsa una revisión a las leyes policiales, mientras las comunidades esperan cambiar la desigualdad racial.

Hoy 25 de mayo, cuando se cumple un año del asesinato de George Floyd, Estados Unidos revivirá un capítulo más en la larga lista de casos de discriminación racial y brutalidad policial. Entre la intersección de las calles 38 y Chicago avenida en Minneapolis, el afroamericano de 46 años utilizó sus últimas bocanadas de aire para gritar “no puedo respirar”, mientras un policía mas tarde identificado como Derek Chauvin presionaba con la rodilla su cuello. Más de ocho minutos transcurrieron en el empleo de la maniobra prohibida en algunos estados del país, y ante la presencia de otros tres agentes y una decena de testigos, George Floyd dejó de respirar. Sin recibir atención médica, su cuerpo quedó tendido en las afueras de la tienda en la que minutos antes habría pagado una cajetilla de cigarrillos con un billete “falso” de $20 dólares. La tragedia enfrentó el pasado, el presente y el futuro de un país que en los “próximos 50 años no tendrá ningún grupo racial o religioso” que conforme una mayoría.

“En el aniversario de su muerte, celebraremos el impacto de su vida en nuestra familia, amigos, la comunidad y nuestra sociedad”, aseguró la Fundación George Floyd mediante un comunicado.

Por estos días, el movimiento Black Lives Matter (BLM) liderará conmemoraciones en Houston, Minneapolis, Nueva York y California. Aunque la convulsión social que generó el video viral sobre el caso Floyd conllevó días de movilizaciones, saqueos y marchas con millones de personas, siendo considerado el “mayor movimiento de protesta en la historia de Estados Unidos.” del último tiempo, que incluso traspasó las fronteras norteamericanas el año pasado, ahora las calles de Minneapolis parecen haber vuelto a la “normalidad”. El memorial en el sitio del suceso recibe flores y regalos todos los días. Junto con un mural, parecen ser los únicos recuerdos tangibles de aquella fatídica jornada.

Antes del fallecimiento de George Floyd, Minnesota fue testigo de las muertes de Philando Castile, asesinado en el 2016 por la policía en su vehículo cuando su hija iba en el asiento posterior, en el 2017 se sumo a la lista Brian Quiñones quien recibio entre 11 y 17 balazos por la policia de Richfield, y de Daunte Wright, de 20 años, que recibió un tiro el 11 de abril pasado luego de que la oficial Kimberly Potter “según” confundió su arma de fuego con un taser.

Los casos suman y parecen no tener un final, lo que llevó a las autoridades estatales a declarar que el racismo es una “emergencia de salud pública” que debe ser detenida, de lo contrario se transformará en una amenaza que ha derivado en problemas sociales y mentales en estas comunidades debido al constante temor frente a la amenaza de quizás nunca volver a casa.

Un informe elaborado por Minnesota sostiene que “los afroamericanos tienen tres veces más probabilidades de ser asesinados por la policía que un ciudadano blanco” y que esta zona del país se ubica “como una de las peores regiones en cuanto a diferencias raciales sobre propiedad de vivienda, pobreza, ingresos medios y obtención de un diploma de High School”.

Datos corroborados por la realidad. Aunque los afroamericanos representan solo un 7% de la población de Minnesota y alrededor de un 20% de los residentes de Minneapolis, una base de datos compilada por el diario Minneapolis Star Tribune muestra que en los últimos 20 años, 208 personas han muerto en el estado tras “una confrontación física con la policía”: un 26% de estos decesos son de ciudadanos afroamericanos.